02 abril, 2009

Anexo: Amador Valledor, mi padre

 

Esa hoja doblada de un almanaque, de un miércoles 16 de agosto, que lleva una frase de Séneca “Doloroso es el tiempo que entre dudas pasa”, la encontramos en su billetera el día que falleció ¿Cómo le debe haber pegado a él, esa frase? Dolor tuvo unos cuantos: una juventud robada por la guerra, un padre amoroso condenado al fusilamiento por una falsa denuncia de 3 falangistas y amnistiado a último momento después de 9 años encarcelado, una madre sola, haciéndose cargo de la crianza y el alimento de sus hijos, el exilio forzado por la tristeza de ver a su tierra y su gente arrasada, abandonar el gris de un destino colectivo.


Él se vino con la mochila de la derrota y pudo fundar una familia, en otra tierra y en otro tiempo. Y las “dudas” también bailaron a su alrededor, pero en los momentos llave no las tuvo. Con 17 años supo dónde estaba su lugar, y así procedió. Algo que estremece es ver las miradas de esa foto con su madre y sus hermanxs, es una mirada profundamente triste, nadie ni siquiera esboza una sonrisa, ni lxs más chicxs. Pero también son miradas desafiantes, de que la vida sigue y todavía les palpita el corazón. Son miradas sin dudas.

Mi padre tuvo un ejercicio de la memoria y se lo transmitió a sus hijxs y nietxs. Es una de sus herencias, como el de tener el GPS de los mutantes del alma humana, el de los que quieren jodernos la vida. Este es un trabajo con la excusa de una tarea universitaria
*, pero cada línea que escribo la hago para rendirle un homenaje, como excusa para llenar los vacíos de una historia, la de él y de muchxs como él, pero que quedaron tirados en cunetas perdidas de la España profunda, sin reconocimiento ni memoria (todavía).

Daniel




* Extracto de un trabajo práctico para la carrera de Historia de la UNSAM

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